Hablar con el corazón

mayo, 2025
Diana Bellessi es una poeta argentina deslumbrante, como su mirada, como sus palabras aunque diga que son pocas. A días de presentar su último libro, habla de sus lugares míticos, la memoria y el paso del tiempo.

“Todavía soy una chica del rock and roll. Me gustan mucho Los Redonditos de Ricota”, cuenta Diana Bellessi en el final de un día en el que ha dado muchas clases. “Estoy cansada y viejita”, también dice la adorada poeta que el 29 de mayo presentará La curva del tiempo, su nuevo libro publicado por el Fondo de Cultura Económica.

En estos poemas conversa sobre el amor, sus viajes a África y a China –lugares míticos de su infancia-, sus padres, sus perros, la hermanita muerte, la poesía como aquello que insiste y nos reúne en tiempos donde sabernos comunidad se vuelve urgente. En su obra, la naturaleza es una fuerza revolucionaria. Este libro es salvaje, dulce y arrollador, se pega a la piel como el musgo a la roca. Leemos a Diana y la imaginamos atravesando la selva con la fuerza y la suavidad de sus pasos.

“Soy de pocas palabras”, avisa al comienzo. Lo que sucede es que piensa lo que dice, elige las palabras como quien busca piedras preciosas. O como diría ella, es una decisión que responde a algo más simple y profundo: Diana habla con el corazón. Atención y artesanía. Estas son las entrañas de La curva del tiempo que son, en realidad, las de la propia vida entregada a la literatura.

Antes de empezar esta entrevista por videollamada, Diana y yo nos mostramos por celular nuestros perritos. Yo le muestro a la Yoli, Diana me muestra a Lolita y a Moro, dos de las criaturas que aparecen en La curva del tiempo. “Somos afortunadas por tenerlos”, dice. También recordamos a Talita Kumi, su amada perrita fox terrier.

¿Qué es lo que más te gusta de compartir la vida con perros?

Que son cariñosos, que son compañeros, que les gusta salir a caminar con una. Todo el amor que dan. Toda la felicidad que dan. También me gusta que si se enojan se les pasa enseguida. Pero no me gusta que me hagan enchastre (risas).

Volviendo al libro. Recuerdo cuando leíste Con la bordona oscura que abandona el invierno en Gualeguaychú. El poema es una lista hermosa de todo lo que adorás hasta que en un momento decís “y fracaso en nombrarte porque nunca entra/ todo lo viviente en el poema aunque insista”. En otros libros también acercás la idea de la poesía, el fracaso y la insistencia a pesar del fracaso.

Hay algo de eso, puede ser. El fracaso es fundamental para aprender, es parte del movimiento tanto en la vida como en la escritura. Soy de pocas palabras, pero sí.

En La curva del tiempo decís: “La vida pende de un hilo, y el poema también”. ¿La poesía es una insistencia?

En ese sentido, no. La poesía insiste. Y si insiste es porque existe. ¿No te parece? Es una insistencia humana. Supongo que como el pájaro cantor y su canto con insistencia pajaril. No sé cómo son los idiomas de los otros maravillosos seres vivientes, pero sé que el nuestro es delicado, es sutil, es maravilloso y también es atroz cuando lo agarra un fascista, por ejemplo. Y sé que te puede herir o que te puede curar. Y yo creo que la poesía cura todo el tiempo. De qué, no sé. De nosotros mismos, creo.

Hay momentos de prosa en La curva del tiempo donde introducís la idea de la luz y la sombra. Alumbramos y hacemos sombra al mismo tiempo.

Eso es lo que hacemos, así somos. Viste que siempre se dice que el sujeto cata y mira el mundo desde su propio entendimiento y su propia realidad. Somos luz y sombra al mismo tiempo. Cuando escribí algo de eso seguro estaba pensando en La mano izquierda de la oscuridad, de Ursula K. Le Guin, que es uno de mis libros preferidos. Luz y sombra, las dos son una, vida y muerte.

También hablás del peligro en su justa medida. Parafraseándote, ¿cómo tentás ese peligro cada vez que empezás un libro?

Ah, qué pregunta difícil (risas). No sé qué contestarte. Cuando empiezo un libro no pienso en nada. Escribir un poema es un acto de fe. Los libros surgen así de la nada. De nada se hace algo (risas). Pero esto es muy retórico de todas maneras. Yo no te quiero hablar retóricamente, te quiero hablar con el corazón, ¿sí? Yo te quiero hablar con el corazón. Entonces qué decimos, ¡¿qué decimos?!

Sepa usted y para siempre/ el corazón es una achura/ que no se vende.

Qué hermoso que recuerdes ese poema. Tan viejito… ¿En qué libro está?

Love story se llama, está en Mate cocido. 

Hace mucho que no pensaba en ese poema. Es lindo que lo recuerdes.

En La curva del tiempo aparece tu viaje a África. ¿Cuándo fue ese viaje y por qué empezó esa fascinación?

Quizás fue hace unos 4 o 5 años atrás. Cuando era niña quería hacerme monja para ir a África. No se me ocurría otra forma de llegar. Yo quería saber cómo eran esos paisajes porque leía las historias de la selva de Salgari. También me gustaba mucho una serie de libros de la colección Robin Hood. Quería conocer esa selva. Quería vivir esa aventura. La mayor parte de los viajes yo no los he pagado. Han sido invitaciones o han sido recorridos que hice a pata por América Latina sobre todo. A China me invitaron, eso sí. Pero volviendo a África, pienso en un lugar mítico de la infancia. En los poemas aparecen los animales. Los burritos etíopes que me gustaron tanto. Los elefantes, también. Esos grandes y hermosos animales. Las jirafas, las cebras, tanta belleza.

En el libro también hablás de la hermanita muerte. Hay una búsqueda de belleza y ternura al escribirla, ¿puede ser? 

Me estoy acercando a la muerte. Quiero un buen encuentro con ella, quiero tener un buen encuentro entre hermanas. Entre la hermana muerte y la hermana vida, una se acerca a la otra. Estoy en el final de la vida. Ahora soy una viejita y la hermanita muerte está cerca. No quiero pensar mal de ella.

Recuerdo otro poema tuyo. Cosecha Zen, también del libro Mate cocido. En ese poema decís: “Es bueno/ no pensar lo escrito y/ lo es volverse vieja/ Menos en una y más/ en el mundo”. ¿Qué es lo bueno que traen los años? 

Que se ha vivido. Los años traen de bueno que has vivido y mientras más hayas vivido, más hermosa es la vida y más dulce, la muerte. ¿No te parece?

Hace mucho tiempo, me dijiste que hay momentos de emergencia social en donde el corazón del poeta es llamado a intervenir.   Cuando empezamos a conversar, hiciste alusión al momento que estamos viviendo. Sasturain, en la apertura de la Feria del libro, dijo que estamos viviendo el tiempo de los sinvergüenzas. ¿Cómo pensás vos esta época?

Terrible. Es una época neofascista, es una época feroz y terrible. Espero que podamos salir. Ojalá que no nos hundamos en esta época para siempre. Espero que salvemos al mundo. Realmente lo deseo. Pero la única manera es salvarnos de estos neofascistas feroces que gobiernan. Cómo podemos hacer, no sé.

Muchas veces pienso que es tiempo de abrazarnos a la música, a la poesía, a todo aquello que nos reúna para sostener la fuerza de sabernos comunidad frente a un gobierno cuya verdad última es la destrucción de todo lo común.

Así es, hay que hacerlo.

¿El esfuerzo por la belleza es un acto político?

Lo es. ¿El esfuerzo por la belleza ayuda? Sí, claro. Lo que hace temblar tu corazón siempre ayuda. La poesía a veces hace temblar tu corazón. Lo más lírico es lo más político. Precisamente por esto. La poesía revela la historia y el tiempo que compartimos con los demás. 

Leonardo Favio decía que no se puede ser feliz en soledad. Me gusta pensar que tampoco construimos cultura en soledad. Nunca escribimos a solas, ¿no? 

No, claro que no. Nada somos sin los otros. No podemos vivir sin los demás, tampoco escribir.

¿El yo poético es comunitario?

Sí, claro que sí. Así lo entiendo yo. El yo más lírico es el más comunitario, te diría. Esos poemas que hacen temblar tu corazón y el corazón del otro y el corazón del otro… eso es lo que nos puede salvar. Pero no sé, yo estoy bastante escéptica ahora. No sé cómo la Argentina se pudo convertir en esto. Creo que el pueblo argentino se volvió loco. Es atroz lo que vivimos. Después de haber vivido la dictadura, después de tantos dolores, vivir un gobierno así es terrible. ¡La curva del tiempo!

¿Por eso lo llamaste así?

Sí, es La curva del tiempo. La historia nunca es cíclica. La historia es en espiral. Si fuera cíclica estaríamos condenados, pero como es en espiral siempre es posible la salvación. Siempre es posible que algo te saque de ahí hacia otro lugar. Espero fervientemente que podamos salir de este momento. Espero fervientemente que podamos encontrar una salida. La dictadura fue una dictadura, lo doloroso que sucede ahora, en Argentina y en el mundo, es que estos monstruos suben por voto popular. Eso me asusta, ¿entendés? Me asusta que nos quiten el alma. Que nos volvamos maquinitas, me asusta. Es atroz. Que la gente solo piense en sí misma. Que solo piense en ganar plata. No sé qué piensan los que votan a estos gobiernos corruptos. Europa también está perdida en la derecha. En América también está pasando salvo pequeñas islas. ¿Qué está pasando con el voto popular? ¿Qué está pasando? Hasta las iglesias se vuelven de derecha. Todas las iglesias protestantes o casi todas son de derecha. ¿Y qué irá a pasar ahora con el papado y con la católica después de la tregua que tuvimos con Francisco? No sé, zorzalito cantor, no sé. Pensemos en cosas más felices, por favor.

Sí, pensemos en las amigas. Recuerdo el poema que te escribió Irene Gruss, ese gran canto a la amistad profunda. Siempre andás con amigas, viajás con amigas. Qué pensás cuando pensás en tus amigas.

Mis amigas son mi familia junto con los perritos. Siempre ha sido así. La amistad es una de las cosas más hermosas que trae la vida. Irene fue sin duda mi amiga. Recuerdo el momento en el que Irene seguramente empezó a pensar aquel poema. Me acuerdo una noche que ella estaba muy callada y muy deprimida. Y entonces le pregunté, ¿qué te pasa, corazón? ¿Por qué estás tan triste? Mirta Rosenberg fue otra gran amiga. Alicia Genovese es otra gran amiga. Sonia Scarabelli es ahora una de mis más queridas amigas. A ella le dedico este libro. Te nombro algunas poetas muy queridas, muy cercanas. La poesía me ha dado muy buenas amigas.

Ahora te pregunto por el amor. En La curva del tiempo te preguntás mucho por el amor. Hay un poema que dice: ¿qué pasó,/ cómo arruinamos/ lo que más amamos? 

Yo me enamoré mucho por última vez cuando tenía 70 años. Me enamoré mucho siendo viejita ya. Me enamoré de otra mujer que tenía 70 igual que yo. Fue precioso mientras duró pero se ve que yo hice algo que lo arruinó porque ella se fue. Yo tiendo a pensar que fui yo. Hay que pensar primero en qué hizo una. Ahora estoy solita con mis amigas y mis perritos. Pero solita de amor. La verdad es que no he tenido tantas historias de amor en la vida. Una cosa es enamorarse un ratito y otra cosa es sentir un gran amor. Y en el medio, la curva del tiempo. Hay amores que se quedan en el corazón para siempre. Con esas formas raras de estar en el tiempo. Viví grandes historias de amor, pero deben haber sido unas nueves veces. Creo que en una larga vida no es tanto, ¿no?

Hace mucho tiempo me dijiste que el amor es lo más político y subversivo que puede existir. ¿Seguís pensando así? 

Por supuesto. Todo es político, no hay nada que no sea político. Todos los actos humanos son políticos. ¿Qué es la política? Es la relación con los otros. Todo lo que hacemos es política. Y en tiempos de tanto odio, el amor es algo muy subversivo, ¿no te parece?

*La curva del tiempo se presenta el 29 de mayo a las 18:30 horas en la Librería del Fondo y Centro Cultural Arnaldo Orfila Reynal -Costa Rica 4568, CABA-. La actividad también será transmitida en vivo por el canal de YouTube FCEArgentina).

Fuente: Latfem
Por Jimena Arnolfi
Fotos: Gala Abramovich

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