Testigo –como corresponsal de guerra- en varios de los conflictos de las últimas décadas, académico de prestigio y avezado historiador, que nos trasladó por los más diversos tiempos y geografías con sus novelas, Arturo Pérez-Reverte retorna ahora a un escenario que ya conoce. Se trata de México, que había abordado con otro tipo de casos como el narcotráfico en La Reina del Sur.
Revolución, la flamante novela del escritor español, está ambientada en los sucesos de un siglo atrás, que tuvieron repercusión mundial hasta que otra revolución más influyente, en Rusia, atenuó su repercusión.
“La Revolución Mexicana –recordó Reverte al presentar su libro– fue muy importante, por primera vez el pueblo se levanta y se sienta en la mesa de los poderosos”. Una escena de su novela lo grafica: las tropas de Pancho Villa llegan victoriosas al DF y el ingeniero Martín Garret, protagonista de la obra, lleva a uno de los oficiales y su familia a alojarse en el hotel exclusivo, que sólo conocían como un sueño inaccesible, imposible, ante la mirada asombrosa de los clientes habituales.
El escritor Arturo Pérez-Reverte en la presentación de «Revolución», su nueva novela, un relato de aventuras ambientado en México en tiempos de Emiliano Zapata y Francisco Villa. Fotos Cezaro de Luca
Revolución describe aquella época, que transformó a México. No hay una visión romántica de los revolucionarios, sino que conviven, a lo largo del libro, la crueldad y la ternura. Pérez-Reverte hace hincapié en eso. Se basa entonces en el protagonista: “Un joven sin ideología que, de pronto, ve una revolución. Mira y aprende sobre el mundo”.
El bisabuelo del escritor fue ingeniero, al igual que Garret, y uno de sus amigos, residente en México, le contaba la revolución a través de sus cartas. “Esta es la historia de un hombre, una revolución y un tesoro”, define Pérez-Reverte.
En cuánto al “hombre” puede ser el propio Garret –testigo y protagonista– o Pancho Villa, jefe de un sector de los revolucionarios. El tesoro es el que Villa y sus hombres saquearon de un banco de Ciudad Juárez con la ayuda de Garrett en el manejo de explosivos, lo perdieron por una traición y lo recuperaron mucho después…
Reproducción de una fotografía de 1914 en la que aparece Pancho Villa (c) posando junto a una motocicleta «Indian». Foto EFE/J. Paul Getty Trust/
México era un país de 15 millones de habitantes, las víctimas de la revolución llegaron al millón. Y otros dos millones emigraron a Estados Unidos. La revolución terminó con el régimen de Porfirio Díaz, quien había llegado al poder en 1876 con propuestas liberales, pero se convirtió enseguida en un dictador, asentado en sus fuerzas armadas: los federales (el Ejército) y los siniestros “rurales” (la policía del campo).
Fue un régimen que favoreció a los hacendados e inversores, que llegaban para explotar minas, pozos petroleros o plantaciones. Frente a ellos, se alzaba la inmensa mayoría campesinos, mineros y hasta indígenas, muchos de ellos trabajando en condiciones semi feudales.
La revuelta que creció desde 1910 tuvo como referente político a Francisco Madero, un hombre de familia acomodada pero con un programa “popular”. Y los líderes eran nombres que se transformaron en leyenda: Emiliano Zapata, en el sur, y Pancho Villa con su famosa División del Norte.
Emiliano Zapata, líder de la Revolucion Mexicana. Foto AP
Zapata, más radicalizado y con mayores exigencias políticos como la reforma agraria y la nacionalización de los recursos. Villa, pura intuición militar. El tiempo y una abundante bibliografía –que llega hasta nuestros días, las obras de Freidrich Katz o Paco Taibo entre las más actuales– convirtió a Villa en un héroe de novela, presuntamente un bandido estilo Robin Hood en sus primeros tiempos y luego en un líder revolucionario.
El libro de Pérez-Reverte ilumina a Pancho Villa desde el mismo ángulo: la audacia y la virtud militar, sólo hasta el final cuando sufre la derrota de Celaya. Intuitivo, psicólogo, desconfiado, líder.
Según describió el escritor en una entrevista reciente con Esquire “cuando yo fui a la guerra por primera vez, junto al horror y la barbarie, descubrí que también era una extraordinaria escuela de lucidez sobre la vida y el ser humano. La guerra me descubrió las reglas geométricas e implacables que rigen el universo y a los seres humanos, reglas crueles, sin sentimientos, que te dan esa lucidez al ver al ser humano hacer lo extremo, lo hermoso, lo siniestro. Eso es lo que mi personaje descubre a través de lo que yo he vivido. Mi biografía es una biografía compleja. No solo la llené con libros y películas. Viajé muy joven, estuve en lugares de mucha violencia y mi mirada se educó entre lo leído y lo vivido. Yo vi la guerra como Martín Garret vio la revolución”.
Pancho Villa. PANCHO VILLA-5 OCT-1946
La revolución mexicana liquidó a Porfirio Díaz pero Madero, apenas asumió, no pudo hacer demasiado, sus prometidas reformas se demoraban. El golpe de Estado del general Victoriano Huerta terminó con su gobierno y con Madero asesinado. Zapata en el sur y Villa en el Norte volvieron a las andadas y Garret, el protagonista de la novela, acompaña esa gesta. Ahora el nuevo líder es otro general, Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila, y una vez que las fuerzas revolucionarias triunfan nuevamente, Carranza se ocupará de marginarlas.
Será el final de Zapata (asesinado en 1915), Villa (más adelante) y, en la novela, del propio Garret, ya de retorno en un Madrid más apacible de la década posterior…
«Revolución», de Arturo Pérez-Reverte (Alfaguara, $5.499 papel; $3.724 audiolibro; $1.638 ebook).
El México de John Reed
Si la saga de Villa motivó películas, aquella bibliografía y el aura de leyenda, lo mismo sucede con la Revolución Mexicana. Probablemente, el México Insurgente de John Reed fue la primera descripción, desde la “crónica periodística”, que tuvo trascendencia y vigencia.
Claro que la vida misma de Reed resultó una novela y, más cercana a nuestro tiempo, una celebrada película como Reds con la dirección y protagónico de Warren Beatty junto a Diane Keaton y Jack Nicholson.
Reed, oriundo de Portland, Oregon, venía de una familia acomodada. La lectura durante su infancia –estuvo largo tiempo enfermo– lo marcó de por vida: lo atraparon la sed de aventuras, el periodismo y las novelas. Y su cambio personal se dio en Harvard, enfrentando a la alta sociedad: “Cuanto más los conocía, más me repelían su fría y cruel estupidez”, recordó.
«México Insurgente», de John Reed.
Se convirtió en periodista y militante, abrazó las causas del socialismo mientras escribía para el diario The Masse. Otro diario (World) y una revista (Metropolitan) lo enviaron para la cobertura de la revolución mexicana, que hizo junto a la División del Norte de Pancho Villa y en el ejército de Tomás Urbina.
John Reed fue un vanguardista del periodismo, como cronista y como innovador, corriendo todos los riesgos junto a los soldados. En textos de Reed: “La revolución sobre la que estoy escribiendo es sólo la más reciente de cien revoluciones. Pues el pueblo mexicano, con su predominio de sangre indígena, ha sido siempre una de las razas que mayor amor a la libertad sienten en el mundo“.
Revolución Mexicana. Wikipedia.
Sobre el talento de Villa, explicó que se basaba en “su destreza militar instintiva”. Lo elogiaba por su “sigilo, rapidez de movimientos, adaptación de sus planes al carácter del terreno y de sus soldados, establecimiento de relaciones estrechas con los soldados rasos, creación entre el enemigo de la supersticiosa idea de que su ejército es invencible y de que él mismo tiene una especie de talismán que lo hace inmortal”.
Aquella experiencia de México, le fue muy útil a John Reed pocos años después, cuando llegó a Moscú: su narrativa de la revolución bolchevique quedó en su libro más famoso, Diez días que estremecieron al mundo.
Pero Reed también se convirtió en un fervoroso bolchevique, hasta ser incluido por Lenin en su círculo íntimo. Por algo, los restos del periodista norteamericano descansan junto a las murallas del Kremlin, muy cerca del mausoleo del propio Lenin. Reed murió con apenas 33 años, víctima del tifus, después de asistir al Congreso de los Pueblos en Bakú a fines de 1920.
Tumba común de la amante de Lenin, Inéss Armand, y John Reed, el estadounidense que escribió el libro «Díez días que estremecieron al mundo» en Moscú, Rusia. Foto EFE/ Ignacio Ortega
Reed fue un cronista de raza y así quedaron sus obras. Lo de Pérez-Reverte viene por otro género, el de la novela. Y enfatizó: “Revolución no es una novela histórica. Utilizo la historia, como otras veces, como pretexto para una novela de aventuras”.
Si en los últimos tiempos nos llevó por la España medieval del Cid (en Sidi) o por las costas de Gibraltar en la Segunda Guerra Mundial (con El Italiano), por citar sus obras más recientes, esta vez nos lleva al México revolucionario. Más de un siglo atrás.
Fuente: Clarín