La edición completa de las obras de la brasileña Clarice Lispector (1920-1977) encuentra en este nuevo volumen (Novelas III) uno de sus puntos más altos porque reúne sus tres novelas de madurez, las últimas: Agua viva (1973), La hora de la estrella (1977) y Un soplo de vida (1978). Las dos últimas vieron la luz de manera póstuma.
En esa trinidad involuntaria se entrega ya a un estilo tan personal que no teme a los malentendidos. Agua viva es uno de esos ejemplos radicales: todo esta dominado por una primera persona que fluye, más cercana a la de los poemas que a la de la narrativa convencional. Los lectores de sus inclasificables crónicas encontraran un tono reconocible, en que la apariencia lírica se mezcla con lo cotidiano, los estados de ánimo y la reflexión permanente sobre la escritura.
La hora de la estrella, una de sus mejores novelas, transita por un terreno más narrativo. Cuenta la historia de Macabéa, una nordestina (también Lispector se crió en esa zona del país) que se traslada a Río de Janeiro en busca de una vida mejor, aunque al final esta propone –conviene no develarlo–un final abrupto. Pero tanto o más que ese relato importa su narrador, Rodrigo S.M, que va delineando el personaje con máxima cercanía y que escribe “por no tener nada que hacer en el mundo”, porque sobró y no hay lugar para él “en la tierra de los hombres”.
Para el final queda Un soplo de vida, libro también doble, “hecho de destrozos”, que parece inacabado sin necesariamente estarlo.
Fuente: La Nación
Por Marcelo Sabatino