La escritora Sara Gallardo no fue suficientemente reconocida en vida, pero varios años después de su muerte, ocurrida en 1988, su obra resultó reivindicada por la crítica y, fundamentalmente, por el movimiento feminista.
Disruptiva e irreverente, la autora de Los galgos, los galgos (1968), Eisejuaz (1971) y La rosa en el viento (1979), entre otros títulos, fue también una notable cronista. En este rubro se dio más gustos que con la ficción, ámbito en el que quedó siempre relegada por no adecuarse al «canon». Esos gustos tuvieron que ver, fundamentalmente, con su pasión por los viajes. El sello Fondo de Cultura Económica publicó recientemente Vivir de viaje, un libro que recopila las crónicas viajeras de Gallardo. Algunos fueron viajes de placer, otros de trabajo (publicó en La Nación, Primera Plana y Claudia, entre otros medios).
Nueva York, Barcelona, Roma, Nápoles (retrata por ejemplo la ciudad italiana en el momento en que el Nápoli sale campeón de la mano de Diego Maradona), Punta del Este y Salta, entre otros centros urbanos, se ven iluminados por la mirada lúcida de Gallardo.
El libro sirve, más allá de la recorrida, para disfrutar de la prosa de una escritora que, como bien destaca Lucía De Leone en el prólogo, vivía «en estado de viaje». Muchos de los textos denotan, además de la pintura de paisajes geográficos y humanos, un proceso de autoconocimiento a través del desplazamiento permanente.
Fuente: Página 12