Por eso me parece fecundo empezar diciendo que —en mi criterio— lo específico de la literatura no se agota en la especificidad de lo literario.
D. V.
Un nuevo libro de David Viñas es lo que Fondo de Cultura Económica pone en circulación. No se trata de una reedición ni de una edición crítica de sus ensayos. De hecho, es el primer libro que compila textos ya publicados en el que Viñas no tuvo ningún tipo de injerencia. La única compilación de textos periodísticos fue la que apareció por Adriana Hidalgo, en el año 2000, Menemato y otros suburbios, y —como bien anticipa su título, se trata de una selección de contratapas publicadas en Página/12 entre 1987 y 1999, excepto cuatro artículos inéditos, pero fechados dentro de ese arco temporal—. Pero esa selección fue revisada por su autor. Trastornos en la sobremesa literaria es un libro inédito, entonces, no sólo porque recupera textos críticos dispersos sino porque ofrece un ordenamiento no pensado por su autor.
Marcos Zangrandi ya prologó la reedición de los cuentos policiales de David Viñas, trabajo de “ganapán”, firmado con el seudónimo Pedro Pago, allá por los 60. Continuando con su rescate de los textos menos difundidos de David Viñas, en esta oportunidad, se encarga de compilar y organizar estos textos dispersos.
Las antologías, al recuperar artículos ya publicados y recontextualizarlos, tienen como correlato un efecto de lectura distinto al que esos mismos textos tuvieron en el primer momento de su publicación. Quien compila se ve obligado a elaborar criterios para esa nueva edición. En este caso, Zangrandi propone un ordenamiento temático antes que cronológico. La antología se divide en tres grandes apartados. Según explica en el prólogo, en la primera sección, Transversales, están agrupados los textos “en los que David Viñas implementa un método de lectura propio: la capacidad de realizar grandes conexiones a partir de la localización de determinadas directrices”. En el segundo, Enfoques, va a reunir artículos sobre autores específicos, “algunas figuras que David Viñas destaca como elementales respecto de los problemas que recorren la literatura argentina: Sarmiento, Mansilla, Lugones, Arlt, Borges, Walsh”. Y en el último, Anatomías, “compila algunos de los textos en los que Viñas reflexiona sobre la figura del intelectual y sobre algunos modelos en torno a los cuales piensa en su propia trayectoria como escritor y como crítico”.
Difícil tarea para el antólogo la cartesiana faena de dividir al todo en tantas partes como sea posible, para utilizar ciertos giros viñescos. El método de Viñas, sus figuras recurrentes para pensar la literatura, la reflexión sobre los intelectuales y su cercanía al poder y las ideas sobre el quehacer literario aparecen en cada uno de sus textos. Y esta antología lo demuestra.
Leer el orden propuesto por el compilador permite verificar la elaboración de ideas que Viñas va revisitando y corroborando a lo largo de toda su producción crítica. Cada artículo, leído en su contexto, va agregando capas de sentido a esa hipótesis primera. También, permite ver las obstinaciones de Viñas. Mansilla, fundamentalmente. En este libro, hay cinco artículos dedicados al autor de Una excursión a los indios ranqueles. Dos de los años ochenta, dos escritos durante el menemato y uno, en 2003. Sabemos que el último trabajo de investigación de Viñas quedó inconcluso. Numerosas carpetas dedicadas a Lucio V. Mansilla. La lectura de los artículos presentados en este libro permite vislumbrar las hipótesis centrales de ese trabajo que conoceremos, en parte y en crudo, cuando ese material de archivo se publique. (El material con toda la investigación de Viñas sobre Mansilla se encuentra en la Biblioteca Nacional.)
De manera correlativa, en el apartado “Continente”, dentro de la sección Enfoques, podemos acercarnos a la lectura de Viñas acerca de lo que ocurría debajo del río Bravo. América Latina fue una de sus constantes preocupaciones. De hecho, los últimos cursos que impartió en la Facultad de Filosofía y Letras se enmarcaron en la cátedra “Problemas de Literatura Latinoamericana”. En este caso, hay dos textos escritos durante su exilio y publicados en revistas de Madrid y de México. Pero también hay dos textos de 1989 aparecidos en Nuevo Sur y uno de 2007, ya en el suplemento del diario Clarín. Este arco temporal, sumado a las diferencias en las publicaciones, reafirman su mirada crítica y atenta sobre América Latina. Si la literatura no puede leerse sin tener en cuenta el contexto, el contexto latinoamericano siempre funcionó como escenario para situar textos y situaciones nacionales.
Viñas dando una clase pública en la calle, durante una lucha docente (UBA), c.1986.
Por eso no está de más recuperar los lugares de enunciación de cada texto. Contextualizar agrega una necesaria capa de sentido. ¿Dónde salió publicado cada texto? ¿Cuándo? No es el mismo tono el de Viñas exiliado que el de Viñas en pleno menemato o ya en el siglo XXI, aunque sus ejes centrales no se hayan modificado y varias de sus hipótesis iniciales se hayan ido verificando con el correr de los años. ¿Qué puede y qué quiere decir Viñas en México, en Lima o en Madrid y qué plantea una vez de regreso en Buenos Aires? ¿Cambian sus certezas a medida que avanzan las décadas? Es innegable que Viñas conocía a sus interlocutores. Y también tenía pleno registro sobre la dificultad para tener interlocutores en determinadas circunstancias. Incluso, podríamos hilar fino y observar que no es la misma complicidad con la que jugaba en Página/12 que la que aparece en los textos publicados en Revista Ñ. Esta lectura temática antes que fechada permite, al consignar incluso el lugar de enunciación, constatar el dominio que Viñas tiene sobre el mapa sociopolítico general, las alusiones al contexto inmediato y el permanente establecimiento de series que reactualizan los sentidos.
Leer a Viñas es siempre volver a escucharlo. El texto nos habla, con su respiración, sus entonaciones y sus énfasis. Un estilo inconfundible que se va consolidando y acentuando. Incluso, en la lectura de textos que van desde 1974 a 2007, se puede reconocer cuáles giros quedan, cuáles se suavizan y cuáles se acentúan. Una colección de recursos que se pueden enumerar y analizar. La utilización de tríadas de sustantivos para titular, por ejemplo. Recurso que le permite condensar una serie y orientar la lectura. Desde el insoslayable Indios, ejército y frontera (1979) hasta los artículos que aparecen en este volumen, como: “Estilo, jacobinismo y terror”, “Circo, ciudad y locura”, “Dandys, heterodoxias y traidores” o el más literal, “Lugones, Borges, Arlt”.
En el primer ensayo, “Buenos Aires. De la fundación a la vanguardia”, lee a Luis de Miranda y concluye que “las modulaciones elegíacas del cura cronista” se van tornando en letanía al repetir “una serie de gerundios que prolongan lastimeramente el fracaso”. Y prosigue: “a través de los participios que, en percusión fúnebre, van subrayando de manera quejumbrosa el desencanto producido por la fundación de Buenos Aires”. Viñas se detiene en el uso de gerundios y participios y los toma como indicadores para dar cuenta del efecto de lectura del poema de Miranda. La interpretación de este recurso es la que Viñas invita a hacer con su propia producción. No hay ni lectura ni escritura inocentes y Viñas lo sabe. No sólo lo sabe, sino que convoca a sus lectores a que desmenucen el texto. Porque su prosa es directa, condensada y, casi siempre, altamente eficaz.
El título de la antología retoma el de un extenso artículo del año 1985, “Trastorno en la sobremesa literaria”, aparecido en Tiempo Argentino. Ahí, Viñas plantea muchas de las líneas críticas que defenderá y expandirá luego de su regreso a las aulas de la carrera de Letras y desde su cargo de director del Instituto de Literatura Argentina. Renovar la crítica y leer la producción literaria en relación con los cambios vividos en el país. En un momento, afirma: “si Argentina había dejado de ser un país predominantemente rural, resultaba correlativo que su producción narrativa reflejara esa circunstancia”. Esa es una de las claves para leerlo, es una de las constantes desde sus primeras afirmaciones (también retomadas y revisadas en estos artículos) en Literatura argentina y realidad política, de 1964. Por eso creo que es un gran acierto utilizar este título para el conjunto de estos “textos dispersos”. Pasar del singular al plural es un gesto que reafirma el modo en que estos textos deben ser leídos. Y también verifica cuántas veces y de qué manera Viñas trastornó varias sobremesas. Trastornar, alterar, disrumpir la escena literaria, pero —a partir de la literatura— toda la serie. Historia, política, mecanismos de cooptaciones y circulación del poder. Porque a partir de la literatura, se lee todo. En uno de los últimos artículos, Viñas echa mano de otro de sus recursos más frecuentes: el diálogo con ese interlocutor que debe inventar:
—¿Me permite? Toda la vida es un collage.
—¿Habla de la suya, Viñas?
—Sí, es la que tengo más cerca.
—¡Ah, Viñas, usted siempre confundió la vida con la literatura.
—Cierto, ese ha sido mi principal malentendido. Se trata de una de mis limitaciones. Pero me malicio que se puede generalizar: la gente que realmente me interesa adolece del mismo empecinamiento.
La tarea de Marcos Zangrandi nos ofrece un collage. Y es algo para agradecer. Volver a poner en circulación textos, volver a poner a David Viñas en escena, es permitirle, nuevamente, trastornar la sobremesa crítica.
Gabriela García Cedro
Doctora en Letras (UBA) y magíster en Letras Hispánicas por la Universidad del Estado de Michigan, es docente universitaria (UNQ, UBA y UNA) e investigadora. Autora del ensayo Ajuste de cuentas. Boedo y Florida entre la vanguardia y el mercado (2013) y del libro de cuentos A dónde van los que no creen (2019).