Lectores osados, y hasta criminales: «Método fácil y rápido para ser lector», de Eduardo Berti

agosto, 2023
En Método fácil y rápido para ser lector, Eduardo Berti despliega 142 juegos literarios que consisten en destruir, leer al revés, reescribir, reinterpretar y hasta actuar como personajes de libros, sin dejar de proponer visitas a cementerios, vacaciones imaginarias y sacrilegios patafísicos.

Este Método fácil y rápido para ser lector de Eduardo Berti es engañoso desde el título: si algo que la variada batería de instrucciones delirantes que encierra nos deja ver, es que para imaginarlas, para producirlas, se debió pasar por una experiencia que nunca es exactamente fácil, la experiencia de devenir ese animal que reconocemos fácilmente en otro y en nosotros, un lector. ¿Cómo se hace un lector?, ¿qué es un lector? En un ensayo de cómo estar solo, precisamente en Para qué molestarse, Jonathan Franzen, preocupado por el futuro de la narrativa, la lectura y la incidencia en la cultura que puede tener la ficción literaria, cuenta su contacto con una científica social, Shirley Brice Heath (a quien describe como una mujer “menuda, con estilo y con el pelo blanco, sin una tolerancia visible a la conversación trivial”), quien estudia las audiencias de la ficción narrativa seria. ¿Qué es un lector? La respuesta de Heath casi no sorprende a nadie: hay dos tipos de lectores consistentes, y son aquellos que han tenido al menos un padre lector (y han encontrado un par con quien compartir el hábito), o son aquellos que han vivido socialmente aislados en la infancia, “el niño que desde una edad temprana se siente muy diferente de todos los que lo rodean”. Este segundo tipo de lector, que Heath llama “lector resistente”, es más propenso a volverse a escritor, pero eso es algo que en todo caso solo nos interesa a los que hemos hecho ese trayecto. Lo importante es que si algo no es fácil es crear o ser un lector, y es algo que queda claro viendo el despliegue de aventuras propuestas por Berti, porque nadie que no haya pasado por esa compleja experiencia podría imaginarlas.

Por otra parte, además de qué es un lector y cómo se forma, otra cosa sobre lo que hace reflexionar el libro de Berti es sobre un libro extraordinariamente provocador de Pierre Bayard. En ese libro, Bayard tensaba la cuerda en la definición de la lectura hasta señalar que no había grandes diferencias entre la lectura y distintas prácticas de no lectura, que efectivamente la experiencia de la lectura, por razones mayormente psicológicas, es difícil de precisar: ¿dónde está, en nosotros, ese libro que hemos leído?, ¿qué relación tiene ese libro con el libro que leímos?, ¿y con el mismo libro, leído por otro?, ¿no es lo mismo que haber leído haber hecho una lectura prestada, hablar citando glosas, resúmenes, enciclopedias, lecturas cruzadas, hechas a medias, de reojo, salteando partes? Pero ¿qué hace este método de Berti con el lector y la lectura?

En el prólogo, el autor nos habla de una invitación a la lectura como una fiesta, y en un sentido su libro es exactamente eso. Hay algo en sus brevísimas partes (no hay “capítulo” que tenga más de dos páginas) que hace pensar en un juego que está entre los de mesa y los de magia, como si cada parte fuera un momento de una celebración patafísica  ultrafestiva, pero al mismo tiempo habilita una sensación de clandestinidad que nos permite recuperar las primeras experiencias de la lectura. Yo recuerdo leer en mi infancia con la sensación de estar secuestrado por la página, en un silencio casi sepulcral, con miedo a la puerta que estaba a mis espaldas, un poco como si estuviera cometiendo un crimen (quién sabe, con el paso de los años, si no era así). Berti, ¿nos está incitando efectivamente a robar libros en casas de desconocidos, a colarnos en fiestas, a triturar libros, a tacharlos, a ofenderlos, a reescribirlos? Hay un componente delictivo en su método que pone al libro en un lugar ambiguo, algo que pasa también con algunas de sus sugerencias más extravagantes, como construir un palacio de papel después de destruir un libro aburrido, uno que no podíamos terminar, para habitar después ese palacio (hace pensar en La casa de papel, del uruguayo Carlos María Domínguez, y El Palacio de la Luna, de Paul Auster: todo en este libro nos remite a los libros que hemos leído en algún momento). ¿Podemos hacer esas cosas o son provocaciones que hablan de formas lúdicas de la lectura que tienen que ver con el uso, con la desviación, con esa fiesta un poco pirotécnica en la que este libro quiere convertir el acto más bien solitario y silencioso de leer?, ¿podemos escribirle a un desconocido homónimo del autor que leemos para mandarle una frase del libro, de forma anónima?

Uno de los 142 ejercicios que propone Método fácil y rápido para ser lector.

Tengo, en este método, algunas recomendaciones, algunos juegos, favoritos. Por ejemplo, leer con un amigo “tan seco como uno” un libro que tenga como protagonista una ciudad o un paisaje, pasar tres semanas leyéndolo y después juntarse con el “cómplice” a contar las respectivas vacaciones imaginarias, portando cada uno un suvenir falso. O prestar una novela a un amigo y hacerle subrayar seis pasajes que le gusten y cuatro que no, y después tratar de adivinar cuál es cuál. O reducir los argumentos de la novela a esos avisos de las inmobiliarias llenos de abreviaturas. Por ejemplo: “Princip. c/asteroide, flor, tres volcanes. No amigos y mal víncul. c/flor. Princ. viaja y nuevos amig. en otros planetas. Esencial invisib. Ojos”.

Como se verá, así como la experta Heath habla de la necesidad de un cómplice para generar el hábito lector, Berti encuentra infinitas maneras de implicarnos con otros a la hora de leer: muchas de estas instrucciones innecesarias (como admite el mismo Berti al comparar el libro con los afanes por enseñar a subir una escalera) involucran terceros que se suman a la experiencia de leer como si fuera efectivamente una fiesta y un juego, haciendo patente esa sensación de comunidad que nos une a alrededor de este objeto misterioso, resistente al paso del tiempo y a las innovaciones tecnológicas, que a veces, como es mi caso, nos rodea en bibliotecas que se transforman en nuestra segunda piel. Intuyo (no es muy difícil) que Berti, que ha puesto en práctica consejos parecidos a los de este método para escribir algunas de sus novelas (pienso en La mujer de Wakefield o en Todos los Funes) es parte de esta comunidad, e imagino que vos, lector/a, también.

Nos vemos en la próxima.

Flavio Lo Presti
Docente, periodista y escritor. Desde hace años se dedica a leer y comentar libros.

 

Taller Método fácil y rápido para ser lector, por Eduardo Berti

Te invitamos al taller que dará Eduardo Berti de forma virtual el día sábado 23 de septiembre. Para poder participar inscribite en la página del evento

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