Lecturas multiplicadoras

La poesía es ese lugar de resistencia frente al palabrerío en nuestro diario vivir

Las 12 habló con la escritora María Teresa Andruetto, que integra el jurado del Premio Storni, sobre el presente de la poesía. Andruetto es autora entre otras obras de La mujer en cuestión, Lengua Madre, Pavese/Kodak, Beatriz, Sueño americano y Cleofé.

Imagen Hugo Suárez

¿Qué creés que tiene de nuevo para decir la poesía?

-Estamos llenos de palabras pero a menudo es palabrerío, una abundancia de palabras para no decir nada, frente a eso la poesía cuando es de verdad, cuando nos permite demorarnos en su decir, ofrece una palabra sustanciosa, plena de sentido, y eso es lo que buscamos y ése es el lugar de resistencia frente al palabrerío que abunda en nuestro diario vivir. Por supuesto abunda a través de medios de comunicación, de redes sociales pero muchas veces también en el uso cotidiano, mucha palabra para no decir nada, mucha palabra para tapar la ausencia de sentido de nuestro decir.

¿Qué diferencias encontrás entre el lugar de la escritora y de quien teje redes?

-Yo encuentro una diferencia importante entre escribir y ocupar el lugar de un escritor en el espacio público, en mi caso transito por la poesía como por otros géneros pero hay muchas maneras de situarse uno como escritor y a mí me interesa una manera en la que también me siento de algún modo un agente cultural, alguien que acciona no solamente para sí, para la difusión de su propia obra sino también tejiendo redes con escritores y poetas de otros lugares, compartiendo su poesía. Lo he hecho desde las aulas o desde los talleres, ahora lo hago desde mis redes, mis espacios públicos. Me parece que la literatura de un país se hace en la multiplicidad de voces y que esa riqueza de voces que en nuestra literatura es muy fuerte, es lo que teje resistencia, redes de resistencia, y lo que contribuye a la construcción de identidad de un país, una lengua, una sociedad.

¿Cuáles son las nuevas expresiones de la poesía?

-Me parece que en la escritura poética en la literatura, lo nuevo, lo viejo, lo propio, lo de otros, lo oído, lo escrito, el registro alto y el bajo, por darle un nombre a lo coloquial y a lo más erudito, a las formas clásicas y a la ruptura de esas formas, está todo el tiempo en tensión, y qué es lo nuevo, es lo singular de alguien que hace o encuentra una fisura por donde hacer ingresar una voz propia, personal. Qué sería un buen escritor o un buen poeta, sería un poeta con una voz distinta a la de otros, eso sería lo nuevo, alguien que no se suma a una moda, o forma, inercia o a una pereza que lo hace decir de un modo parecido al de otros. Porque a veces también leemos en la abundancia de libros que se editan una voz de pronto original y luego a cantidad de escrituras que de algún modo repiten diluídamente lo que la voz singular encontró. El camino es siempre encontrar la propia cosa, como decía Clarice Lispector, el largo camino hacia la propia cosa donde refracta lo propio y lo ajeno, lo coloquial, lo erudito, lo leído, lo escuchado. Esa propia cosa que está en un lugar interno que es el más difícil de acceder, si se quiere el más distante, exige un largo camino de despojo, de sinceridad con uno mismo, con lo más hondo de uno mismo, y capacidad de recibir lo que de uno mismo aparece pero que es, a la vez, el lugar donde refractan los otros, lo social en un sentido muy vasto.

¿Qué tenés de nuevo para decir vos?

-Más bien voy a ver qué tienen de nuevo para decir los otros, porque lo nuevo y lo viejo es distinto para cada quien. En la poesía, por ejemplo, me llegan muchos libros, y a veces lo nuevo es una vuelta a lo viejo, a lo arcaico. De pronto a veces una poesía con un formato clásico que en algún momento formó parte de fórmulas consideradas antiguas, pueden ser revisitadas y convertirse en nuevas, de la misma manera que en el cuidado del mundo en que vivimos hay algunas formas del presente y del futuro que viven de lo antiguo como el reciclar, como el guardar, como el dedicarle tiempo al cultivo, volver a formas naturales de vida, se convierten en lo verdaderamente moderno. A veces también en la lengua es eso, cómo se encuentra quien escribe con la materia de escritura con la que trabaja y puede revisitar lo de otros tiempos, o puede romper lo que ya está. Me interesa ver eso en poetas que todavía no he leído y conocer a otros que han hecho eso ya.

¿Qué temáticas pensás que está abordando la poesía actual?

-Siempre la cuestión del tema es problemática para la poesía porque para ella lo más importante es la palabra, la sonoridad, su aspereza, su musicalidad, el golpe en el oído, la caricia, el susurro, también por supuesto la disposición rítmica que esa palabra hace, no solamente entendido como sonoridad sino también entendido con un sentido visual, dónde se dispone en la página una línea, dónde bajar. Recuerdo por ejemplo, mientras escribía los poemas de Kodak hace ya muchas años, hay poemas que tomaron esa forma que tienen en la página hoy y durante años entraba al archivo y probaba si bajando una línea o subiéndola tenía un efecto visual distinto, mejor, más potente, más extraño. El tema de la poesía siempre es la materialidad de la lengua, me parece. Por supuesto, como ha dicho Paul Eluard, la poesía se puede ocupar de todo, incluso de política, siempre que los asuntos acuerden con el corazón. Puede atravesarla cualquier temática, pero ese asunto está subordinado a algo que es mucho más importante, más potente y más presente, siempre que es la materia misma de la lengua, ya sea su sonoridad (nació para ser cantada, para ser dicha), ya sea la disposición en la página, ya sea el exceso o la austeridad, siempre es esa materialidad y es eso lo que nos seduce, nos atrapa, nos demora en la lectura, porque lo que tiene también la poesía, la buena poesía, lo que siento yo como lectora, es que si el poema está bueno para mí, me demora ahí, en sus aguas, es como una marca para mí de calidad, me hace quedarme, a la vez que saborear e inquietarme con lo que ahí dice, porque siempre queda un resto de no comprendido, de no asido, no tomado por el lector, y en eso también consiste su grandeza y su belleza.

¿Y qué rol tiene hoy la poesía en este contexto de capitalismo depredador?

-A la poesía la hemos necesitado siempre, pero me parece que ahora particularmente, frente a estas formas depredadoras de vida, en ese contexto, la literatura ocupa uno de los lugares con más resistencia a una palabra autoritaria, uno de los espacios de mayor libertad que es la libertad de pensar y de sentir, que a veces es lo más difícil de sostener frente a una avalancha que busca la uniformización. Siempre entendí que el arte resiste ese afán de uniformización, ese afán de trazar un rasero en la lengua, en el pensamiento, en la cultura, ese afán de uniformarnos. El arte resiste a eso en sus diversas formas y entendiendo al arte como las manifestaciones creativas de una sociedad en un sentido muy amplio, pero de todo eso la poesía aparece quizá como un lugar de máxima resistencia por esta entrecomillas gratuidad, entrecomillas inutilidad, al servir menos, al ponerse menos al servicio de los asuntos y de una comunicación más directa, al ponerse menos ahí incluso que en la narrativa o en la dramaturgia o en la crónica, o en otro tipo de relatos, al alejarse más de eso cuando hablábamos del tema y de la materialidad de la lengua. Al alejarse de eso resiste más todavía, ofrece un camino (son siempre caminitos, senderos) más singular con respecto a lo general, a lo total, a lo totalizador, a lo uniformalizador, a esa vulgata indiferenciada de la que hablaba Bourdieu. Quizá por eso es que se suele decir que la poesía no se vende, pero que es algo que quedó como un cliché porque hay mucha gente que compra poesía, hay muchos editores, y la poesía ha encontrado las maneras de circular, de abrirse paso, ya sea a través de los libros, en blogs, en sitios de lectura, en bares: la poesía ha encontrado sus formas muy potentes de resistencia. 

Extraído del diálogo con María Teresa Andruetto, publicado en el suplemento LAS 12, de Página 12, en la nota “La poesía es ese lugar de resistencia frente al palabrerío en nuestro diario vivir”, de Inés Hayes, el 3/2/ 2023. Imagen: Hugo Suárez

Patricia Domínguez
deinfanciasyliteratura@gmail.com